CINCO COSAS PARA LAS QUE NO Y CINCO COSAS PARA LAS QUE SÍ SIRVE LA POESÍA
Pues sí: por increíble que parezca, hay momentos en la vida en que la poesía no sirve absolutamente para nada, más concretamente estos cinco:
1- Para controlar el tráfico de doce camiones frigoríficos en sus desplazamientos norte-sur por las carreteras europeas (sí, señores, a eso me dedico: compadézcanme).
2- Para que la cola que escogiste en las cajas del supermercado fluya con la rapidez que tú creías que iba a fluir en el momento de decidirte por ella y gente que se ha incorporado más tarde no salga antes que tú, con una sonrisa elegante y arrastrando aparentemente sin esfuerzo un carro tres veces más cargado.
3- Para que el tiempo pase más deprisa.
4- Para que Hacienda te devuelva lo que te correspondería. Aprovecho este punto para comentar como de pasada que ser socio de AI sí que sirve para desgravar, y recordaros que hay una casilla (la 90) que tenemos que marcar para que nuestro dinero no vaya a parar a las manos de los energúmenos que se van a manifestar mañana en Madrid para que Pepe no se pueda casar con Manolo (el hecho más grave de la historia según ellos, por delante del Holocausto o el Gulag o Suharto o el tsunami)
5- Para curar la gripe.
¿Sorprendidos? Ahora bien, hay cinco cosas para las que la poesía, contra lo que muchos pensaban, sí sirve:
1- Para hacer el amor. O cualquiera de sus variantes: fornicar, follar, echar un quiqui, tener sexo (qué horrible es la forma anglosajona), etc. ¿Por qué? Como dice Robert Graves: tal como el verde rige las múltiples variedades del verde, así el amor mis amores por ti.
2- Para no aburrirte jamás paseando por la calle. De hecho, para no aburrirte jamás, a secas.
3- Para justificar que vives con tus padres todavía a los treinta, no tienes trabajo y no sabes qué vas a hacer con tu vida (no, no es mi caso, hablo en general).
4- Para encontrar piso, para encontrar trabajo y para saber qué hacer con tu vida. Englobo esto en un solo punto para que me quepa el siguiente y más importante:
5- Para seducir a las chicas. Pregúntenle a mi Charo si no se lo creen.
Y para todo lo demás.
1- Para controlar el tráfico de doce camiones frigoríficos en sus desplazamientos norte-sur por las carreteras europeas (sí, señores, a eso me dedico: compadézcanme).
2- Para que la cola que escogiste en las cajas del supermercado fluya con la rapidez que tú creías que iba a fluir en el momento de decidirte por ella y gente que se ha incorporado más tarde no salga antes que tú, con una sonrisa elegante y arrastrando aparentemente sin esfuerzo un carro tres veces más cargado.
3- Para que el tiempo pase más deprisa.
4- Para que Hacienda te devuelva lo que te correspondería. Aprovecho este punto para comentar como de pasada que ser socio de AI sí que sirve para desgravar, y recordaros que hay una casilla (la 90) que tenemos que marcar para que nuestro dinero no vaya a parar a las manos de los energúmenos que se van a manifestar mañana en Madrid para que Pepe no se pueda casar con Manolo (el hecho más grave de la historia según ellos, por delante del Holocausto o el Gulag o Suharto o el tsunami)
5- Para curar la gripe.
¿Sorprendidos? Ahora bien, hay cinco cosas para las que la poesía, contra lo que muchos pensaban, sí sirve:
1- Para hacer el amor. O cualquiera de sus variantes: fornicar, follar, echar un quiqui, tener sexo (qué horrible es la forma anglosajona), etc. ¿Por qué? Como dice Robert Graves: tal como el verde rige las múltiples variedades del verde, así el amor mis amores por ti.
2- Para no aburrirte jamás paseando por la calle. De hecho, para no aburrirte jamás, a secas.
3- Para justificar que vives con tus padres todavía a los treinta, no tienes trabajo y no sabes qué vas a hacer con tu vida (no, no es mi caso, hablo en general).
4- Para encontrar piso, para encontrar trabajo y para saber qué hacer con tu vida. Englobo esto en un solo punto para que me quepa el siguiente y más importante:
5- Para seducir a las chicas. Pregúntenle a mi Charo si no se lo creen.
Y para todo lo demás.
1 comentario
Pistacho -
Aparte de eso, hago una reverencia a las posibilidades que enumeras.