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Poesía y Macarrones

¿PUEDE UN ASTRONAUTA ESCRIBIR POEMAS?

¿PUEDE UN ASTRONAUTA ESCRIBIR POEMAS? La respuesta es no. Tampoco un consejero delegado puede. Ni tampoco un médico.

Escribir poemas no es una actividad que uno pueda despachar en diez minutos después de cenar. Hay mucha gente que cree que sí, pero no. La confusión viene del nombre de este acto: escribir poemas, que no es el correcto porque sentarse a escribir es sólo la culminación, y hay un intenso proceso detrás que se queda fuera.

Yo preferiría producir poemas.

Para producir poemas hay que dedicarse a ello, todo el día. Puede que los demás no lo noten (esto ya depende de tus dotes para engañar al personal), pero tu cerebro está dedicado, percibiendo un determinado color en el aire, o atando cabos entre un artículo que leíste hace una semana y un verso que escribiste ayer, o detectando elementos en el éter que te servirán para un símbolo nuevo verdaderamente poderoso, etcétera. Cuando pienso en esto me viene la imagen de una nave espacial impulsada con velas solares.

Esta actividad va y viene de la consciencia a la subconsciencia. Es parásita del ancho de banda total del cerebro, en proporciones heterogéneas. En mi caso, por ejemplo, entre los diecinueve y los veintitrés años de edad, yo calculo esta proporción actividad cerebral normal / actividad parásito-poética en el 30/70. Además, hay que tener en cuenta que todos los estímulos hormonales los procesaba con el 30%. No, yo tampoco sé cómo diablos me saqué la carrera.

La poesía no está ligada a la vagancia por nada, les venía yo a decir. Un auténtico poeta es invulnerable al aburrimiento. La ley del mínimo esfuerzo que los poetas suelen aplicar a sus vidas no ha sido, háganme caso, una decisión propia.

Por eso, un astronauta no puede escribir poemas. Ni un consejero delegado. Ni un médico. ¿Y un profesor de universidad? En cuanto que aproveche su puesto para mirar las nubes (tipo Rosillo, profe de mi universidad), sí. Si es más bien del tipo académico hiperactivo, lo veo difícil. Además esta gente suele ser amiga de todo dios. Uf, qué mal se pone la cosa en ese caso, ¿no? Como dicen en Albión: something fishy's going on

A un poeta le conviene la vagancia. Que le toque la lotería. O al menos la aurea mediocritas. ¿Ustedes creen que la poesía de Luis Alberto de Cuenca ha mejorado durante su etapa como secretario de estado? Yo creo que más bien al revés. Escribí mi primer libro sentado tras la barra de la sala de tragaperras donde trabajaba. Servía dos cafés al día en turnos de catorce horas. Para volverse loco, ¿verdad? Yo estaba encantado. Un par de años después, escribí mi segundo libro en una ciudad en la que no conocía a nadie (ni podía conocer hasta que no aprendí su complicadísimo idioma), y donde trabajaba doce horas a la semana. Sin internet. Sin televisión (es decir, que sí la tenía pero no pillaba ni una). Sin colegas. Sin amantes. Tuve la relación más intensa con la poesía que se pueda imaginar. No lamenté haberme ido ni por un segundo.

Varios años después, este bendito trabajo, esta dorada mediocridad. Ni los astronautas ni los aviadores irlandeses pueden escribir poemas: se los tienen que escribir. Ahí los dejo, que me pongo manos a la obra.

3 comentarios

josé -

Realmente es así, recuerdo mejor mi primer cuento que mi primer poema, pero el proceso es siempre el mismo, no sabes cómo, pero ese fatídico día en el que por fin escribes (sí, casi siempre de un tirón) el maldito poema es el único día del mes que te quedas vacío, ¿y ahora qué?, piensas. Aunque ya sabes, en ese momento recuerdas lo que te dijo un amigo una noche en tu casa, y no puedes dejar de sorprenderte del color que está tomando el otoño; además el vagabundo que duerme en el cajero y que se levanta cada día más tarde que tú (todavía lo ves dormir cuando vas al trabajo) ya te andaba rondando por la mente. De nuevo el proceso, de nuevo el poema, unos meses más y ya estará listo para ser "escrito".

Pistacho -

Por cierto, me encanta que nos cuentes lo de tu relación con la poesía.
Había oído algún rumor, pero de la gente... ya se sabe...

Pistacho Veloz -

Pero entonces... ¿es posible ser poeta profesional y producir poesía?
A mí es que estos términos capitalistas me alienan ligeramente.
Por eso no confío en Antonio Gala y los poetas profesionales.
Quizá me equivoco.