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Poesía y Macarrones

LA LEY DEL SILENCIO

LA LEY DEL SILENCIO Todo lo que no es silencio, debería ser música. O igual me estoy equivocando porque el silencio también es música y también cabe en una partitura, como en ese concierto para piano famoso que dura veinte minutos y no suena ni una nota (sabemos que ha terminado porque el pianista baja la tapa del teclado). Silencio y música entrelazados como el blanco y el negro en los dibujos de Alphonse Mucha, es decir, desbordándolo, ocupándolo todo. Y nosotros preocuparnos por no emitir nada que no entre en ninguna de esas categorías. Es decir, callarnos la puta boca. Pero no en plan buen rollo venga, hombre, haz un esfuerzo, no. Por ley.

Entonces llegan los japoneses y (por escrito, para no quebrar todavía la Ley) alegan que su lenguaje está recorrido por modulaciones musicales, que hablar en japonés es en cierto sentido cantar, interpretar música. La alegación va a juicio y la sentencia falla a favor del pueblo japonés, creando un peligroso precedente (como veremos a continuación). El planeta entero tiene que ver cómo señoras gordas se le cuelan en todas las colas, mientras apretamos los dientes y nos guardamos nuestros indignados comentarios... excepto en el Imperio del Sol, donde hablan mucho más que antes, aprovechando su excepción cultural.

Luego, como os podéis imaginar, empieza el resto de alegaciones... primero los italianos, que documentan la relación de su lengua con la ópera, después se suben a este mismo carro los argentinos, y a continuación los afroamericanos, que opinan que prohibirles hablar es igual que prohibir la música rap... para el final quedan los hablantes de alemán, que no convencen al juez ni a la de tres... pero igual cuela... con sobornos o algo así.

De todas formas, y aunque el planeta se lanza a darle a la sin hueso con energías renovadas, la gente más o menos trata de cortarse en la producción del resto de ruidos... hasta que unos agentes detienen a un sujeto que va con el coche sin silenciador por la carretera y éste les suelta:

- No, mire usted, es que esto no es un coche... es un instrumento musical.

Es el fin de la Ley. Los agentes se miran y dejan ir al tipo. No ha cambiado nada pero de repente estamos en un planeta de cantantes y virtuosos. Sólo hay que escribir nuevas partituras.

1 comentario

sinmas -

Menudo soborno deberían pagar los alemanes porque o llevan la banda de música constantemente acompañándoles a modo de banda sonora o mire usted... ahí no hay música. Me ha encantado.