LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS
No se pueden ustedes ni imaginar todo lo que me he bebido este fin de semana en Graná. Creo que la Bombay ha subido en la bolsa de Londres y todo. En fin.
Como llegué ayer a casa con una perentoria necesidad de limpieza, tanto de estómago como de sangre como espiritual como la de toda la vida con agua y jabón, cogimos Charo y yo y nos fuimos al cine a ver la de La vida secreta de las palabras.
A mí Isabel Coixet no me disgusta. Le tengo mucha fe a Cosas que nunca te dije pero entiendo que las protagonistas femeninas de sus pelis son siempre la misma, y siempre está el riesgo de caer en lo ultracursi, que no siempre se sortea. Pero mejor que la última cosecha de pelis españolas para tías (tipo Cosas que hacen que la vida valga la pena) sí que es. Mucho mejor.
En ésta, pues lo dicho. Algún que otro batacazo de pleno en los charcos fangosos de la cursilería (hay un aprenderé a nadar que por poco me hace echar una carcajada por la nariz), otra versión del personaje de siempre (pero con Sarah Polley, que simplemente se sale), ciertos chirridos de guión (no me gusta nada la visión de la guerra de Yugoslavia), un título más enfático imposible, etcétera etcétera. Normalmente, estos fallos ya me servirían para mandar cualquier otra peli al pozo negro, pero en este caso me encontré:
a/ Con una plataforma petrolífera como metáfora de la vida humana. No me digan que la cosa no es exótica. Un personaje se dedica a contar el número de olas que la golpean.
b/ Con Tim Robbins agarrando un papel más o menos amorfo y convirtiéndolo en un personaje in-ol-vi-da-ble.
c/ Con en general todos los personajes de la plataforma petrolífera, y sus razones, evidentes o no, para elegir el destierro.
d/ Con unas canciones que en la peli pecan de enfáticas pero que oídas fuera son cojonudas.
e/ Con la recreación de un cuento de Cortázar
f/ Con la Polley, con la Polley y con la Polley.
g/ Con la Polley.
Como llegué ayer a casa con una perentoria necesidad de limpieza, tanto de estómago como de sangre como espiritual como la de toda la vida con agua y jabón, cogimos Charo y yo y nos fuimos al cine a ver la de La vida secreta de las palabras.
A mí Isabel Coixet no me disgusta. Le tengo mucha fe a Cosas que nunca te dije pero entiendo que las protagonistas femeninas de sus pelis son siempre la misma, y siempre está el riesgo de caer en lo ultracursi, que no siempre se sortea. Pero mejor que la última cosecha de pelis españolas para tías (tipo Cosas que hacen que la vida valga la pena) sí que es. Mucho mejor.
En ésta, pues lo dicho. Algún que otro batacazo de pleno en los charcos fangosos de la cursilería (hay un aprenderé a nadar que por poco me hace echar una carcajada por la nariz), otra versión del personaje de siempre (pero con Sarah Polley, que simplemente se sale), ciertos chirridos de guión (no me gusta nada la visión de la guerra de Yugoslavia), un título más enfático imposible, etcétera etcétera. Normalmente, estos fallos ya me servirían para mandar cualquier otra peli al pozo negro, pero en este caso me encontré:
a/ Con una plataforma petrolífera como metáfora de la vida humana. No me digan que la cosa no es exótica. Un personaje se dedica a contar el número de olas que la golpean.
b/ Con Tim Robbins agarrando un papel más o menos amorfo y convirtiéndolo en un personaje in-ol-vi-da-ble.
c/ Con en general todos los personajes de la plataforma petrolífera, y sus razones, evidentes o no, para elegir el destierro.
d/ Con unas canciones que en la peli pecan de enfáticas pero que oídas fuera son cojonudas.
e/ Con la recreación de un cuento de Cortázar
f/ Con la Polley, con la Polley y con la Polley.
g/ Con la Polley.
4 comentarios
Adolfo -
-Él: ¿Qué?
-Ella: nada.
(Fue algo así, no recuerdo si ella se lo preguntó también a él.)
Ese corto y simple diálogo es para mí el significado de la vida secreta de las palabras, es decir: nada.
Eso: nada, unido a la metáfora de la vida a la que hacías referencia (lo de la plataforma petrolífera)y la imagen de dos personas que, como todos los demás, se columpian sin saber en qué momento y adónde irá a parar el columpio su vaivén.
Un saludo y gracias por haberme hecho pasar un rato entretenido en este espacio web.
Montse -
Jose, no dejes nunca de escribir...
nomeacuerdo -
dondiego -