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Poesía y Macarrones

Tanta Résistance, tanta Résistance... y cojo ayer y me meto en el cine y me zampo La Venganza de los Sith con palomitas grandes: 5.50€ la entrada, 3€ las palomitas (a medias con mi compadre Tropovski, eso sí). Yo había hecho el propósito de no ir, de bajármela por Internet como mucho, de pasar de la megacampaña de márketing que nos envuelve como una placenta... pero llegó el domingo por la tarde, se dieron dos o tres circunstancias favorables (favorables a Hollywood, no a mí: que me había pasado el día durmiendo, que mi Charo trabajaba de noches, que estaba hasta las narices del sofá, que se me caían los libros de las manos) y ahí me tienes como un ceporro en la puerta del Rex (y encima enrolando a otros, un lo siento desde aquí, Tropo, por la faena).

¿Quién y cómo orquesta el bombardeo mediático que acompaña la película? ¿De qué forma embarcan a todos esos críticos de todas las publicaciones para su causa? ¿Qué cara ponen los responsables de los informativos de máxima difusión cuando dan la orden de hablar de estas películas, en formato noticia? ¿Por qué hasta Álex de la Iglesia habla de ella? No me cuenten que la cinta es de interés general como el fútbol, ni que se está haciendo historia del séptimo arte: es un espectáculo melifluo, adormilante, con naves y espadas láser que van de un sitio para otro sin que se sepa bien por qué, bichos varios todos hechos de píxeles, y una trama argumental que yo graduaría (por su complejidad y su riqueza sugestiva de emociones intelectuales) entre un anuncio de Pascual y una crónica de un partido de Segunda B. De acuerdo, estoy exagerando un poco, pero es que me frustra mucho meterme en un cine con la idea de ir a asistir a la muerte y resurrección del séptimo arte, como nos hacen creer escuches a quien escuches, y luego recibir lo que recibí, un espectáculo que es apenas entretenido, si acaso por los efectos especiales y los decorados galácticos, y que está totalmente supeditado a la primera trilogía en cuanto a la narración: la única preocupación del narrador parece ser la de que todo case y no queden flecos sueltos que puedan herir al fan clásico, con lo que no se crea nada nuevo, todo sigue por unos carriles que ya habíamos previsto hace veinte años, y se nos abre la boca.

No será cuestión de insistir en este fenómeno porque a todos (a todos los no-cinéfilos como yo) nos ha pasado muchas veces. Sin embargo esta vez me he quedado mosca con el otro tema: cómo pueden los responsables de promoción de un subproducto como éste tirar de tantos y tantos hilos... Cuando los amiguetes rojillos le recuerdan a uno que en un periódico no se puede hablar mal de las grandes corporaciones, hagan lo que hagan, por temor a perder ingresos por publicidad, uno expresa sus dudas, hace chistes, cambia de tema... pero es que algunas veces dan ganas de darles la razón.

Nada, a partir de ahora, sólo cine iraní, como penitencia.

2 comentarios

Ella y su orgía -

Madre mía, tu talón de Aquiles es elefantíaco.

josé -

Para tu consuelo, quizá, te eximo de momento de la penitencia del cine irakí. El domingo, para contrarrestar ese extraño viento que venía del sur, me dediqué a ver tranquilamante en casa Breakfast at Tiffany´s y parte de la trilogía de Kieslowski. Por cierto ¿siguen explotando las naves del imperio en el espacio? ¿cómo es posible sin oxígeno? y ¿por qué caen si no hay gravedad? Dudas, dudas y dudas...