POESÍA Y BICICLETAS (ESTÁTICAS)
He aquí una metamorfosis trascendental en mi vida de prepoeta en precrisis: vamos a ir mi Charo y yo a comprarnos una bicicleta estática. Al Carreful, por supuesto.
La idea es hacer cosa así de una hora de pedaleo al día. Voy a trasladar el emplazamiento de mis lecturas vespertinas del sofá o la silla de la cocina o el cuarto de baño a la bici. ¿Esto influirá en la recepción del poema? Llevas tres cuartos de hora dándole al pedal, estás sudando hasta por los dientes, has quemado tres calorías y media y vas a por la cuarta, y en ese momento pasas la página y te encuentras con
Tan sólo unas semanas y algo hurga
sin pasado en la tierra,
solo y de buen humor en los pulgares
del domingo; aunque siga
volviéndose sin causa
cuando es la voz pequeña la que llama.
Bajo los soportales
las mujeres pasean con los hijos del año
de la sequía, se paran
para ofrecerlos aún no horripilados
a la mueca del hombre. Que hablaría
bajito, muy bajito,
en el dialecto del dolor; pero hace
sonar sus llaves.
¿Qué ves? ¿Luces de colores? ¿Todo rojo? Ya les iré contando más cosas sobre los efectos de la gimnasia casera en la poesía. El poema, por otra parte, es de Juan Carlos Suñén y está incluido en El hombro izquierdo (1997).
La idea es hacer cosa así de una hora de pedaleo al día. Voy a trasladar el emplazamiento de mis lecturas vespertinas del sofá o la silla de la cocina o el cuarto de baño a la bici. ¿Esto influirá en la recepción del poema? Llevas tres cuartos de hora dándole al pedal, estás sudando hasta por los dientes, has quemado tres calorías y media y vas a por la cuarta, y en ese momento pasas la página y te encuentras con
Tan sólo unas semanas y algo hurga
sin pasado en la tierra,
solo y de buen humor en los pulgares
del domingo; aunque siga
volviéndose sin causa
cuando es la voz pequeña la que llama.
Bajo los soportales
las mujeres pasean con los hijos del año
de la sequía, se paran
para ofrecerlos aún no horripilados
a la mueca del hombre. Que hablaría
bajito, muy bajito,
en el dialecto del dolor; pero hace
sonar sus llaves.
¿Qué ves? ¿Luces de colores? ¿Todo rojo? Ya les iré contando más cosas sobre los efectos de la gimnasia casera en la poesía. El poema, por otra parte, es de Juan Carlos Suñén y está incluido en El hombro izquierdo (1997).
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