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Poesía y Macarrones

LA DIFU-DIFU-DIFUSIÓN

Hoy estoy contento por varios motivos: este blog ha alcanzado las mil visitas, por una parte. Creo que ha sido mi compadre Tropovski el visitante número mil, por lo que me dice el Nedstatbasic: Tropo, te has ganado una cañita.

Por otro lado, he entrado en poesi.as. Esta página es demencial: es un directorio de poesía de los más completos que existen en castellano, y un recurso genial si uno siente la pulsión inaplazable una madrugada cualquiera de, ya mismo, ahora, leer a Lupercio Leonardo de Argensola: está en poesi.as. Por otro lado todo es de lo más cheesy, como esas listas de poetas más leídos, y ese diseño más feo que pegarle a un padre. En cualquier caso me congratulo de tener ahí colgada una selección de mi libro naranja (hecha por mí).

Para un poeta en prácticas, el tema de la difusión es, digamos, difuso. Hasta los quince o dieciséis años uno se conforma con enseñarle sus poemitas a los amigos (me refiero a perseguir a los amigos con fotocopias ya preparaditas y endosárselas al primer descuido). No quiero hablar de la posibilidad de dar poemas a las chicas que a uno le gustan porque eso me retrotraería a ciertos momentos bochornosos de mi adolescencia que mi terapeuta me ha recomendado olvidar. El caso es que, tras esos primeros balbuceos, uno se dice: quiero más, y se lanza por el camino de los mass media. Manda sus poemas a concursos, a revistas, confecciona fanzines sólo para poder colocar sus poemas (o para colocar los de otros directores de fanzines que, a cambio, pondrán los nuestros), gasta cientos de euros en fotocopias, hace la pelota, el ridículo, oídos sordos a la crítica, de tripas corazón, publica libros, se pasa por las librerías donde los venden para colocarlos en los lugares más visibles, coloca enlaces en su blog llamados Apadrina a un poeta, etcétera etcétera. ¿Por qué? Porque sabe que sin lector no hay poema, igual que un árbol que cae en un bosque sin nadie no hace ruido.

La difusión es lo que tiene. Los resultados nunca están claros. Hay gente que te dice que le encantó tu libro y después no recuerda ni un verso, hay chicas de las que estás enamorado que te cuentan que el poema que les has dedicado es demasiado perete (¿y cómo coño quieres que sea si estoy enamorado de ti hasta los huesos, mona?), hay críticos o pseudocríticos o aspirantes a críticos que te destrozan y luego resulta que sólo se han leído los títulos de los poemas o que les fastidió que empleases un taco en un verso, o un título demasiado largo... pero con el tiempo uno también aprende que eso es secundario, que la lectura es un fenómeno demasiado complejo y rico y difícil y quebradizo como para querer influir en ella, hacer que alguien sienta algo determinado mediante un poema. Hay que intentarlo, eso sí. Con todo lo que uno tenga, como dicen que hay que darle a la pelota de tenis. Pero no desesperarse. Luego uno se entera de que un poeta uruguayo que no conoce lo cita, o de que en un foro la gente copia y pega sus poemas, o de que en el fondo y aunque no lo quiera reconocer la chica sí se emocionó con el poema que le escribiste sobre sus gafas, y todo merece la pena y nada hay en el mundo mejor que la poesía (excepto mi Charo y los macarrones).

4 comentarios

Ella y su orgía -

Yo distingo entre poetas y poetrastos. Algún día te hablaré de los segundos.
¡Ah! Como empieces a utilizar términos murcianos tendrás que echar mano del socorrido asterisco.
Besín.

Hell -

Yo no me sé todos los poemas que me gustan... mi memoria es más que limitada. Es más, hay poemas de los que estoy enamorada y quizá en días poco lúcidos sólo recuerde los 2 primeros versos...

Horacio en persona -

Buenas tardes, señor Pistacho. Verá, tenemos esa herramienta gratuita e impagable llamada Nedstatbasic (visite la ayuda de Blogia donde le explicarán todo acerca de cómo colocarla en su blog), que nos permite saber cuántas, de dónde y a qué hora recibe visitas a su blog. Es ese enlace en forma de gráfica que ve ahí a la derecha. Si no le queda a usted claro, estaré encantado de aclararle cualquier ulterior duda.

En otro orden de cosas, me temo que he entrado en el cenagoso mundo de los murcianismos al emplear el término "perete". Efectivamente, su definición de "superlativo de cursi" es correcta. Diría más, es inmejorable.

Un consejo antes de despedirme: cultive usted sus amistades uruguayas, sobre todo si son poetas sin saberlo. Un saludo.

Pistacho Veloz -

Oye, querría preguntarte cómo es posible saber cuantos visitantes has tenido en el weblog? es decir, aparte de las almas caritativas que te dejan un comentario.
Y otra cosa, nunca en mi vida había oído la palabra "perete", si bien debe ser como el superlativo de "cursi", más o menos como "pasteloso".
Yo a veces me cito con una amiga uruguaya, es poeta, pero ella no lo sabe.