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Poesía y Macarrones

SAL DE LA CAMA

SAL DE LA CAMA Sal de la cama. Sabes que tendrás que salir, aunque sea a por tabaco. Ya sé que piensas que ir a mear no cuenta, pero también sé que tú sabes que tendrás que salir de la cama, e incluso bajar a la calle. A por tabaco, ya digo.

También tienes cierta vaga necesidad de beber cafés con leche. Un máximo de diez y un mínimo (sobre todo un mínimo) de tres al día. Y se te acabará el café, se te acabará la leche, se te acabará el butano.

De acuerdo. Puedes pedir el butano por teléfono. Uno a cero.

Pero tendrás que salir a abrir la puerta al butanero, ¿no? Y tendrás que pagarle. Pero no podrás pagarle más de cierto número de veces sin ir al cajero a sacar dinero, ¿no? Y hay más cosas que tendrás que pagar: el tabaco ante todo, pero también el café, la leche. El pan de molde y el fiambre con el que te preparas sándwiches y te alimentas de cuando en cuando.

Perdona que te diga pero tu plan se resquebraja con sólo mirarlo. Tienes que salir de la puta cama. No tienes alternativa

¿Quién te crees que eres? ¿Baudelaire? Levántate de ahí. Ya has intuido dónde está el mayor problema. El día en que, debido a los numerosos pagos que se efectúan sin que tú te des ni cuenta (el alquiler, la electricidad y el agua, la contribución, las cuotas del préstamo que pediste para enterrar a tus padres, etcétera), ya no haya dinero que sacar con la tarjeta en el cajero. Justo cuando creías que ibas a poder comprar más tabaco, más café, más leche… se cierra el grifo para siempre. Y sabes que en ese momento estarás listo de papeles. Ya será demasiado tarde para reaccionar. Tienes que actuar ahora. Levántate. He ahí una buena razón: sal de la cama ahora para no tener que salir de ella cuando ya sea demasiado tarde.

En serio, ¿qué otra alternativa tienes? ¿Piensas que podrás suicidarte por hambre? ¿Te crees que tienes tantos cojones? Madre mía, cómo te equivocas. Tú saldrás. Saldrás de la cama y llorarás sangre cuando tengas que mendigar comida, pero no tendrás huevos para suicidarte. Y además lo sabes. Así que déjate de historias y sal de la puta cama de una vez.

¿Soy un incordio? ¿Soy una molestia, te fastidio? ¿Tu conciencia solía ser mucho más comprensiva antes, en esa época feliz en la que jamás pasabas treinta y seis horas sin salir de la cama? Me creo con derecho a tocarte los cojones. El Universo me respalda. Estamos juntos en esto.

4 comentarios

jimifacio -

Ese tipo de luchas internas tengo todas y cada una de mis mañanas desde que he terminado la carrera... seguro que ha sido por hacer la que no era!!!!

Hell -

Bueno, con arrearle a la conciencia con una sartén asunto concluido. (Violencia requiere violencia).
:)

sinmas -

Poseo unas grapas fuertes, irrevocables, contundentes, de diseño italiano para callarle la boca a la conciencia. Pero en este caso no te las presto.

Pistacho Ya Lo Ha Visto -

Mi amigo decidió algo más razonable: 24 horas sin salir de la habitación. Tenía una escupidera. Le pasamos los restos de la comida para hacerle salir al salón y nada. Al final salió a las 23 horas 55 minutos, de puro agobio.
Estos experimentos son para gente que hacen cosas que no sirven para nada, como la "almohada con pelos", la película Sahara o el salmorejo de frambuesa.