SEPTIEMBRE (Y YO NO VOY A ESTAR)
Cierren los ojos y rumien (o rumíen, no me aclaro del todo) esa hermosa palabra latina: Septiembre. Inmediatamente empezarán a escuchar, de fondo, la vieja canción de Los Enemigos. O no, nunca se sabe.
Septiembre es mi mes favorito. El mes más propicio a todo tipo de aventuras. Era Septiembre cuando me mudé a casi todas las ciudades en las que he vivido, por lo tanto el mes en que las exploré y las conocí: Sarajevo, Mánchester, Zagreb. Y todo el mundo parece estar de viaje, perdido o al menos no disponible, y los reencuentros no son reencuentros sino encuentros casuales, como el de Livingstone y Stanley, y producen una forma intensa de alegría, y las cervezas saben mejor.
Uno de mis poemas preferidos, por otra parte, uno de ésos que te sacuden y te comen el cerebro y se te quedan en el fondo de escritorio mental (estamos hablando de un chavalín de catorce años), empieza así: Era un día del azul septiembre cuando / bajo la sombra de un ciruelo joven / tuve a mi pálido amor entre los brazos / como se tiene un sueño calmo y dulce. Otro que me maravilló, muchos años después, empieza de esta forma: En la sucia paleta del verano / se desleía el azul raspado de septiembre. (Se abre un concurso para ver quién identifica los poemas, al loro Hautor). Y es cierto que este mes tiene ese color: el sol afloja un poco su encarnizamiento, y el cielo deja de ser una hoguera de fuego blanco, y recupera su color natural.
Me encanta este mes. No veo la hora de que llegue. O será que me voy de vacaciones, quién te dice.
Septiembre es mi mes favorito. El mes más propicio a todo tipo de aventuras. Era Septiembre cuando me mudé a casi todas las ciudades en las que he vivido, por lo tanto el mes en que las exploré y las conocí: Sarajevo, Mánchester, Zagreb. Y todo el mundo parece estar de viaje, perdido o al menos no disponible, y los reencuentros no son reencuentros sino encuentros casuales, como el de Livingstone y Stanley, y producen una forma intensa de alegría, y las cervezas saben mejor.
Uno de mis poemas preferidos, por otra parte, uno de ésos que te sacuden y te comen el cerebro y se te quedan en el fondo de escritorio mental (estamos hablando de un chavalín de catorce años), empieza así: Era un día del azul septiembre cuando / bajo la sombra de un ciruelo joven / tuve a mi pálido amor entre los brazos / como se tiene un sueño calmo y dulce. Otro que me maravilló, muchos años después, empieza de esta forma: En la sucia paleta del verano / se desleía el azul raspado de septiembre. (Se abre un concurso para ver quién identifica los poemas, al loro Hautor). Y es cierto que este mes tiene ese color: el sol afloja un poco su encarnizamiento, y el cielo deja de ser una hoguera de fuego blanco, y recupera su color natural.
Me encanta este mes. No veo la hora de que llegue. O será que me voy de vacaciones, quién te dice.
4 comentarios
lagartus -
Horacio en persona -
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