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Poesía y Macarrones

FAQ

¿VERANO DEL CINCO O VERANO DEL CERO CINCO?

¿VERANO DEL CINCO O VERANO DEL CERO CINCO? Ugh, todavía jueves. Mi jefe se ha ido, con el director financiero, de vacaciones a Ibiza en su barco y yo me he quedado aquí solo en plan rodilla temblona. Qué lento pasa el tiempo cuando en cualquier momento puedes recibir una llamada-caliente de ésas que requieren nervios de acero, capacidad de decisión inmediata, control de la situación y liderazgo (es decir, cuatro virtudes que NO TENGO EN ABSOLUTO). Escribo estas líneas en medio de una gran tensión. Bueno, tampoco es para tanto, je, je.

En fin, tengo cuarenta y dos grados en la calle y un laaaargo verano laboral delante de mí. Como dice la Patata en su entrada de hoy, hay que ver qué diferencia entre estos veranos y los de cuando uno estaba estudiando o era profe: esa enorme extensión de tiempo plano por delante que uno tenía dificultades en rellenar de actividades, esos cientos de horas para vaguear delante del ventilador y volverse loco, sudar, etcétera. Qué les voy a contar a ustedes: la libertad hecha estación del año, la ocasión para huir de uno mismo, o encontrarse a uno mismo, o pasársela sentado en alguna heladería, que es lo que solía hacer yo.

Brindo por los veranos de la adolescencia, que son esos períodos de clímax, esos picos de felicidad en la gráfica de dos ejes de nuestra vida, que uno pasa quejándose del calor y de sus padres. Por el olor a jazmín de las urbanizaciones, por la noche, por las primeras novias (madrileñas casi siempre), por la mezcla de cientos de bebidas alcohólicas en la mejor compañía que pueda imaginarse, por las sombrillas y por la humedad y el olor de la arena de madrugada. Disfruten todo eso si está en su mano, que hay otros que no pueden.

FAQ

FAQ PREGUNTA: "Pero cada vez que mi estómago digiere los alimentos que me he comido, todos los bollos de hamburguesa y los burritos de microondas empiezan a salirse del agujero de mi existencia a través de mi estómago, para convertirse en nutrientes. ¿Cómo lo hago para detener el proceso digestivo"

RESPUESTA: "Por desgracia, tu cuerpo digiere y digiere comida hasta que te mueres. Es por eso que nunca debes parar de comer, para que siempre haya más comida de camino cuando tu corazón empiece a venirse abajo debido a su propio vacío. Mantenlo relleno de puré de patatas y nunca tendrás la necesidad de buscar más allá de la despensa la satisfacción personal"

Vía Girls Are Pretty. Con este préstamo inauguro la sección FAQ, con el siguiente eslógan: Para todas sus dudas existenciales, sus terrores y sus ansiedades, no olvide consultar las FAQ de Poesía y Macarrones, etc, etc.

FUSILLI AL PESTO

FUSILLI AL PESTO No me gusta insistir, pero creo que el otro día no dejé clara la situación trabajo-poesía. Para un aprendiz de poeta que se precie de serlo (aunque tenga ya casi treinta taquitos), la poesía es un centro inaccesible en torno al cual se articula todo lo demás. También el trabajo. Ergo, para cualquiera de nosotros un trabajo es sólo una actividad periférica, intercambiable, puramente alimenticia, molesta y marginal. Dicho esto, los curritos que he tenido desde que tengo memoria:

1/Actualizador de contratos de Repsol
2/Portero de bar
3/Pinchadiscos de (el mismo) bar
4/Pinchadiscos de Disco-Pub (uf)
5/Repartidor de publicidad (ay)
6/Profe de apoyo
7/Camarero de banquetes
8/Chico del cambio en una sala de tragaperras (ugh)
9/Profe de español para extranjeros
10/Lector de español (el mejor)
11/Mecanógrafo
12/Croupier de ruleta americana
13/Agente de una casa de apuestas
14/Operador de transportes internacionales

Si le quitamos la numeración puede salir un poema beat a lo (una reverencia por favor) Charles Bukowski. Sólo lamento no haber trabajado en un buen restaurante italiano: primero algo de antipasto, jamón y ensalada de pulpo o algo así, después, fusilli al pesto genovés, después, ossobucco brasato (con una botellita de tinto del Piemonte), después de postre, tiramisú por supuesto. Un ristretto, una copita de limoncello y un Cohiba, y a silbar que la vida es bella. A seguir dando vueltas, que para eso somos satélites.

LA VESPA

LA VESPA Lo que son las cosas... Se empeña uno vivo para comprarse una moto acorde con sus valores estéticos, y a los quince días la tiene que dejar en el taller, y un mes más tarde la moto sigue en el taller, y ya las excusas del mecánico van sonando un poco a ciencia-ficción, a novelucha barata, en todo caso a subgénero menor destinado a desaparecer entre las brumas de la historia de la literatura (a la que yo no pertenezco). Gran cabreo.

Lo curioso es que mi devoción por las Vespas no disminuye (siempre tendré en la cabeza a Nanni Moretti recorriendo Roma subido en una, haciendo zig-zag sin manos por los barrios periféricos), creo que sufro una clase extraña de mito(moto)manía congénita o algo así.

Además, y sólo por seguir con la buena costumbre de enlazar a mis poetas favoritos, añado que las Vespas también me hacen pensar en Jacques Prévert, en los carteros, en la ciudad de Alicante y en el mes de junio, sabe dios (y los especialistas en semiótica y semiología) por qué.