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Poesía y Macarrones

FAQ 2

FAQ 2 PREGUNTA: Tengo en casa una llave que me encontré por la calle. ¿Qué puerta abre? Gracias.

RESPUESTA: No voy a decírtelo. Sólo te diré que es una puerta de aluminio, sucia de una sustancia inidentificable. Detrás hay unas escaleras que descienden. Abajo no hay luz: uno sólo nota que de repente ha metido el pie en el agua. Y luego el otro pie. Y sigue bajando y para cuando terminan los escalones está con el agua hasta el cuello. No se oye nada, pero se percibe una presencia que avanza hacia ti, bajo el agua. Es una forma no humana. Es difícil describirla porque ni en el lenguaje ni en la naturaleza existen referencias previas. Pero tú sabes qué es. Y sabes lo que va a pasar. No hay marcha atrás, ya. Así que mejor no te digo qué puerta es, porque pienso que acabarías abriéndola y entrando. Tampoco te recomiendo que vayas probando con la llave en cada cerradura que veas, porque la puerta está muy cerca de ti. De nada.

5 comentarios

Tropovski -

Pues yo pensaba en Lovecraft y en Kafka. Chico, entre esto y el sueño del pijama sucio que nos contabas en una de esas noches murcianicas creo que te mereces unas buenas vacaciones. O eso o lanzarte a competir con Stephen King pero en alta literatura... ¡Brrrr, qué miedo...!

PD: Tengo que dejarte "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", de Haruki Murakami, entre David Lynch y, hum, Kafka de nuevo. Se gasta un rollo raro-terrorífico-simbólico muy cercano al tuyo.

Horacio en persona -

¡Jolín ya! ¡Me estáis estropeando el clímax del terror! ¿Qué Pamela Anderson ni qué leches? ¡¡Es un monstruo como los de Borges!! ¡¡¡Y te va a comer por los pies!!!

Hell -

Juer con Pamela Anderson (después de la última tanda de prótesis es cierto que ya no era humana)!! (Broma by the flies)

Vaya con la llave... y digo yo, ¿no sería mejor contestar que ninguna? Ya sabes lo que dicen: la curiosidad mató al gato

Pistacho -

Horacio, has dado en el clavo. Me pasó ayer. Entré por esa puerta, estaba con el agua al cuello. Una forma no humana avanzaba hacia mí. Era Pamela Anderson. Y sabes lo que va a pasar. No hay marcha atrás, ya. Luego vino David Jaselford, con el pecho de pichón, y se enrrolló con ella.